Una caricia en un pelo

Anoche te prendí en el pelo
una caricia con un alfiler
y te acompaña, si yo no puedo,
abrazarte al amanecer.

Preciosa y brillante estabas
te la dejé desde el alma caer,
hipnotizado por tus miradas
que me hacen estremecer.

Inteligente, sensual, bella,
amante, amiga, compañera,
curiosa, viva, tenaz, ¡mi estrella!,
contigo quiero…la vida entera.

Ya no me quedan palabras para expresarte cuánto te amo. Incluso el «cuánto» se queda corto para llamar a la infinitud de lo que late en mi corazón.

Qué extraño sentir algo que no puede describirse!

Qué difícil comprender que el sentido está en sentir y que las palabras limitan y encorsetan y, sin embargo, me enciende el impulso irrefrenable de cincelar con letras esta bomba que me estalla en el pecho con solamente recordar cualquiera de tus gestos.

David Roldán Martínez

Lo veo

Participar en y de tu vida, compartir la mía contigo, enlazadas una a otra como los hilos de la vela del bergantín en el que, a todo trapo, navegamos por el Universo.

Ser el espejo en que te mires y te sientas guapa, segura, libre y energética pero también con el que sanes tus miedos y temores más profundos.

Coserte en tus cicatrices las alas que te hagan volar y que, desde tu cielo, mires tu pasado orgullosa de haber llegado hasta aquí, plena porque te ha transformado en lo que hoy eres.

Convertirme en tu compañero, fiel y leal, que te mira al fondo de las pupilas mientras recoge entre las yemas de los dedos tus lágrimas y es capaz de convertirlas en el arco iris que te hace sonreír.

David Roldán Martínez

La vida en un té

Contemplarte, admirarte, aprenderte, interpretarte, comprenderte, enseñarte, leerte…

Lavarte, bañarte, peinarte, desvestirte, relajarte…

Acostarte, acariciarte, amarte, apasionarte, recorrerte, relamerte, extasiarte, gozarte…

Respetarte, sostenerte, acompañarte, apoyarte, seguirte…

Todas estas bolsitas infusionan cada día en el exiguo espacio entre tu piel y la mía.

David Roldán Martínez

Así no como

No quiero ser el invitado en la mesa que llega con el mantel puesto y todo organizado. Nunca quise.

Sí quiero ser el chef que diseña contigo el menú, el pinche que adereza tu ensalada, el recadero que corre al mercado a comprar ingredientes frescos para cocinar.

No quiero ser un adorno pasivo en tus platos, el chorrito de sirope sobre la tarta de queso que siempre se queda en el plato.

Sí quiero ser la bola de helado de vainilla que, sobre el brownie de tu vida, consigue que degustarlo sea una explosión de magia en el alma.

David Roldán Martínez

Dedicatoria

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Un día cualquiera de Navidad. Paseando sin rumbo ni destino por las calles de Valencia. Las luces de fiesta adornan las calles más comerciales y bajo sus arcos de colores rezuma un hervidero de actividad, de gentío cargado de bolsas de regalos, de olor a castañas asadas al carbón y servidas con un cálido «gracias».

En otro tiempo, habría dicho que vagar así a la deriva es una estupenda y desesperante forma de matar el tiempo hasta la hora de cenar. Hoy extrañamente me divierto entrando y saliendo de las tiendas, a sabiendas de que no vamos a comprar nada pero abandonándome al éxtasis del gozo asombrado de verte curiosear entre estanterías rebosantes de artilugios, cachivaches y prendas que nunca te pondrás.

Habría firmado y firmaría ahora mismo que la avaricia del consumismo que nos adopta estas fechas con la excusa de gastar más en quien más se quiere desborda cualquier esquina y ello me habría producido una profunda desazón. Sin embargo, descubro en tu sonrisa la ilusión por ilusionar, el agobio de vestirte con la piel del destinatario y adivinar si es lo que necesita o desea, aunque él mismo no lo sepa. Encuentro apasionante y admirable tu preocupación por regalar para hacer sentir bien.

Por fin, entramos en una afamada librería: mi momento favorito. Me encanta sumergirme en los libros de otros. Beber de sus experiencias, respirar el polvo del cincel literario ajeno con el que esculpieron las letras del alma que ese museo de hojas de todos los tactos expone al sol, viajar donde ellos viajaron, ver a través de sus ojos lo que nunca vi, los paisajes delante de los que nunca estuve.

Poesía. Clásicos. Noveles. Rozo las portadas y las contraportadas con las yemas de los dedos, percibiendo el terciopelo de las emociones que sus autores dejaron allí escondidas para que alguien las descubriera. Los acaricio con cariño y los sopeso en la palma de mi mano, intentado adivinar cuántos gramos de alma encierra cada uno de ellos. Cierro los ojos y juego a preguntarme quién de las personas que me crucé en esas calles ojeó también el libro, qué página abrió, qué sintió a leerla, el sabor amargo de aquel amor que no salió bien que regurgita en ese poema que cegó sus ojos, el aliento esperanzador del amor correspondido que ahora agita a todo trapo el barco de su corazón. Noto el libro verterse y derramarse por mis manos como el agua por las mañanas al lavarme la cara, dejando arañazos suaves y transparentes en mi piel, huella inequívoca e imborrable del camino que el libro cava en mí.

Me abro paso a través de las tapas de la obra y, lo confieso, leo la dedicatoria. En el fondo es porque anhelo, hasta ahora en vano, encontrarme un «Para David». Sé muy bien que no seré yo pero sueño a ser desconocido que se llama del mismo modo. En cierta medida, todos somos algo desconocidos para nosotros mismos y siempre hay algo en nosotros que nunca antes habíamos explorado: una fortaleza oculta que aflora en momentos de desgarro, un traicionero miedo agazapado aguardando el momento menos adecuado para saltar sobre nosotros, una ilusión arcoiris que nos dibuja una sonrisa en el rostro, un sueño que nos hace retumbar el corazón….Es curioso cómo, a veces, las páginas se vuelven un espejo desde el que un genio nos refleja lo que siempre hemos sabido o lo que nunca quisimos ver.

Y es que ¿hay algo más bonito que el que te dediquen un libro?

David Roldán Martínez

(A mi hija Natalia)

Polinización

Mañana de sábado. Nos acostamos tarde viendo unas series, entre risas y arrumacos. Dormimos abrazados toda la noche.

Como suele suceder, me despierto y abro los ojos con los primeros rayos de sol mientras tú duermes, tranquila y dulce, envuelta entre mis brazos.

Un agradecimiento extremo dibuja una sonrisa en mi cara. Nunca pensé que, a estas alturas, la vida pusiera en mis manos el tesoro de compartir mi vida contigo.

Soñoliento y satisfecho tomo una nota mental de «cosas» que me agradan para luego escribirte un poema, un mensaje de whatsapp o qué se yo. Me imagino, como suelo hacer, con el bloc de notas abierto tecleando

…el tacto de las sábanas limpias y frescas…

….el aroma del café, las tostadas o el pan recién hechos…

…el olor a tierra mojada en un jardín o cobijado en un refugio de montaña…

…el calor del fuego en una chimenea…

…que reposes tu cabeza en mi pecho o la intimidad de hacerlo yo en el tuyo…

…tu abrazo sincero y fuerte mientras me susurras que todo saldrá bien en esos días en que cabeza es entre un huracán y un tsunami…

…tu carita de sobada cuando te llevo el desayuno a la cama un lunes por la mañana antes de irme a la oficina y me llevo un «buenos días, amor» que convierte el lunes en un sábado…

…polinizarnos abrazados envueltos en un jardín de sábanas…

David Roldán Martínez

Contigo…en ti

Contigo encontré un corazón que, como el mío, guardaba en sus heridas historias que compartir y de las que aprender.

En ti encontré un corazón valiente, de los que no se arredran de hablar abiertos en canal, mostrando al desnudo sus miedos, seguro de entonar la melodía que sus latidos le dictan.

Contigo encontré que hay amaneceres a oscuras en los pueden brillar a la vez el sol de una mirada sincera y la luna de una sonrisa leal.

En ti encontré una piel cuyo roce erizaba la mía, despertando en mí una sed insaciable de aventuras, de desplegar todo el trapo en mi mástil y navegar por el océano suave de tus curvas.

Contigo encontré conversaciones con sabor a tardes de otoño, café y mantita de sofá, de las que reconfortan y te envuelven, con palabras sin dobleces ni medias tintas, directas al centro del alma, pero llenas de amor, cariño y respeto.

En ti encontré la sabiduría de soñar con los pies en el suelo pero sin miedo a despegar en cualquier momento mirando al infinito, de no ceder ante la guadaña cicatera del ego, de caer ebrio de sentido común y comprensión profunda del otro.

Contigo…en ti…conmigo…en mi…

David Roldán Martínez

Primavera

Hoy ha venido a mi cama el gélido invierno de tu ausencia. El espacio entre las sábanas y mi pecho, en ése mismo hueco en el que te cobijas tú, se ha convertido en un abismo negro y oscuro. Cada noche sin ti es un eterno tránsito infernal entre el frío y la congelación de echarte de menos.

¡Suerte que tu primavera se ha quedado a vivir en mi corazón y las flores asoman, inmarchitables y coloridas, en la pradera de mi alma!

David Roldán Martínez

El valle entre tu espalda y tu cintura

El valle entre tu espalda y tu cintura es uno de los lugares más mágicos que existen.
Es verdad que no hay verdes praderas en las que recostarse a la sombra de un nogal a disfrutar del placer de jugar a adivinar qué forma tienen las nubes, a qué huelen o dónde irán. Sin embargo, en ningún sitio como entre sus curvas me sentí tan en el cielo, como Juan Salvador Gaviota, libre, pleno y con tantas ganas de gozar la vida.
Es verdad que no hay desfiladeros ni ríos de aguas cristalinas que lo atraviesen ni lo transiten. Sin embargo, en ningún sitio como en el sendero de vértebras bajo tu piel dejé escondidos un torrente de caricias suaves y besos de pasión ígnea.
Es verdad que no hay cabras montesas ni ciervos que pazcan a sus anchas y correteen por sus planicies. Sin embargo, allí mis cinco sentidos se desbocan expandiéndose y extendiéndose por doquier y es fácil encontrar la manada de las yemas de mis dedos acariciando el terciopelo sedoso de tu piel buscando colarse en cualquier lugar escondido o prohibido.
Es verdad que hay lugares mágicos, como el valle entre tu espalda y tu cintura. Es verdad.

David Roldán Martínez

¡Qué bonita eres!

¡Qué bonita eres!

Cuando dos estrellas brillan en tu cara al reírte a mandíbula partida sin motivo aparente, sólo porque la felicidad te hace cosquillas en la boca del estómago…

¡Qué bonita eres!

Cuando los primeros rayos de luz te acunan para despertarte y abres los ojos apoyada en mi pecho, enlazada a mis brazos, y pinta el Amor un «buenos días, cariño» en tu primer susurro…

¡Qué bonita eres!

Cuando, concentrada en la lectura de un libro, levantas la mirada entusiasmada y me lees una ininteligible parrafada y me bajas de donde habitan las musarañas para debatirla…

¡Qué bonita eres!

Cuando, camuflas una queja de sugerencia amable pero te delata el gesto ligeramente torcido de la línea de tus ojos.

¡Qué bonita eres!

Cuando…siempre. Tú siempre estás bonita porque bonita eres. Desnuda. De miedos. De complejos. De penas. Vestida. De abrazos. De besos. Siempre.

David Roldán Martínez

La cueva de las sirenas

Acurrucado en la cueva que se forma entre las sábanas y tus curvas, en ese remanso calmo e infinitamente acogedor, recodo de gozo y paz sanadores que el Universo me regalado como refugio, veo el trasluz de los primeros rayos de sol que entran por la ventana y me dejo llevar por la suave brisa que arrula mi piel.

Mientras, contigo imbricadamente enlazada entre mis brazos, exploto de agradecimento y una sonrisa gigante toma posesión de mi rostro: «Estamos aquí», me susurro hacia mis adentros, y nace desde la raíz de mi alma un impulso de Amor que humedece mis ojos y me hace estremecer.

O lo escribo o reviento. Voy hacerte el desayuno y a empezar contigo otro afortunado día más.

David Roldán Martínez

Tiovivo

…y te cojo de la mano, tirando de ella como un niño de la de su padre cuando quiere subir al tiovivo de la feria. Con la misma ilusión de ese niño, con las mismas ganas de vivir, con la misma pasión desaforada y explosiva, te rodeo la cintura y seguimos, acompasados, el mismo rítmico caminar en la misma dirección.

En un recodo del camino, al abrigo de la sombra de las ramas de un sauce mecidas por el viento, nos miramos a los ojos y bajo el lóbulo de la oreja izquierda, escondida bajo tu melena, te escribo a besos en un susurro una invitación a ser feliz.

David Roldán Martínez

Luz

…que no hay tu casa, mi casa si no un hogar nuestro…

…que tu buzón sea el mismo en el que el Universo me deja mensajes…

…que tú tengas la llave de tu felicidad y yo de la mía pero que las dos abran la misma puerta…

…ésa es la luz que marca el camino que quiero seguir.

David Roldán Martínez

La vida en dos tostadas

Nunca pensé que en dos tostadas de pan cupiera tanta vida.

Me levanté esta mañana con un hambre feroz de vida contigo así que, como suelo hacer todos los días, me quedé mirando absorto tu cara de Bella Durmiente y me dispuse a llevarte a la cama un buen desayuno y un postre mejor todavía.

Antes de nada, me lavé bien las manos para asegurarme de que estuvieran limpias de secretos y mentiras, no fuera a quedarse algún virus traicionero se escondiera en el pan y luego nos diera un cólico de verdades a medias.

Ya en la cocina, con delantal de ilusión y un cuchillo panadero afilado de proyectos juntos por cumplir, seccioné la barra de pan teniendo cuidado de cortar dos mitades iguales, pues de todos es bien sabido que la pareja sana es la pareja equilibrada. Bien tostadas pero sin pasarse, como sé que gustan: el punto medio de la virtud.

Mientras se tuesta el pan, el aroma del café cociéndose en la cabecera me trae los recuerdos de nuestras conversaciones sobre todo o nada, de aquellas a medio terminar en que pretendemos arreglar el mundo, de las risas, las miradas de complicidad y esos debates estériles en que, ambos de dura cerviz, resulta imposible convencernos de otra cosa que no sea que nos amamos tan profundamente como nos respetamos y por encima de todas las cosas.

Saltan las tostadas. Plato de colorines, que le dé al desayuno la alegría desenfrenada de despertarnos juntos un día más. Amarillo, color del Sol para ti, de tus abrazos calientes y del brillo prístino de la sinceridad de tu mirada. Para mí, naranja, divertido y encendido como fuego pasional y salvaje que despiertan tus caricias.

Café, tostadas…¿Y qué más? ¡Claro! ¡Fruta! Corto a dados dos kiwis, dulces y maduros como tú y como yo, y unas rodajas de piña, porque la vida no es sólo dulce y los bocados ácidos también forman parte de ella. Con un poquito de crema de yogur, batido y que queden bien envueltos…envueltos…así estábamos los dos hace apenas unos minutos. Envueltos, enlazados, amalgamados en un indescriptible abrazos que nos atrapa cada noche.

Ya está todo. Sólo me queda embandejarlo y servírtelo con música de fondo. Suena aterciopelada la voz de Michael Bolton y su «When a man loves a woman».

Con el mismo paso firme y decidido con el que andamos juntos por estos caminos del mundo, me dirijo hacia a la cama dispuesto a convertir tu despertar en el amanecer de tus sentidos.

Todo esto escribí en dos tostadas…¡Que lo disfrutes!

David Roldán Martínez

Teoría del caos

La Teoría del Caos sugiere, en su esencia, que no hay que despreciar el efecto de las pequeñas cosas porque, dada la naturaleza no lineal del Universo, un pequeño gesto, como el aleteo de las alas de una mariposa puede desencadenar un huracán de las proporciones más colosales.

Ahora lo comprendo todo…la aceleración de mi pulso cuando me cruzo contigo por el pasillo de casa, el rayo de luz que me atraviesa cuando sonríes y la causa soy yo, el tambaleo de mis piernas cada vez que recibo un mensaje tuyo, el desvanecimiento cuando tu lengua se enlaza a la mía en un apasionado beso.

David Roldán Martínez

Imposible

Tras cuarenta y tantos años de intensa búsqueda, de leer mucho y devorar bibliotecas, de escuchar a gurús y expertos, de debatir con amigos y no tan amigos, tengo que decirte que he descubierto lo que es imposible.

Amarradito a tu cintura mientras duermes, envuelto por la sábana del tibio calor de tu piel, acariciado por la suave brisa de tu respiración, soñando yo en tu cabeza y campando a tus anchas en la mía, acunados por la esperanza certera de un océanos de proyectos de vida juntos…así es imposible no dormir con una sonrisa en los labios, es imposible no levantarse de buen humor, es imposible que la ilusión no estalle dentro de mí cada segundo, es imposible no disfrutar de cada detalle que la vida nos regala, es imposible que nada sea imposible.

David Roldán Martínez

Me comprometo

Cariño,

Desde lo más profundo de mí nace el deseo de confesarte que no espero que tú me hagas feliz. Ni yo quiero hacerte feliz a ti. Ya ves, no soy tu príncipe azul ni ese amor de las pelis. Ni lo soy, ni lo seré, ni lo quiero ser. Cada uno somos responsables de nuestra propia felicidad. Lo que quiero es compartir mi felicidad contigo.

No te engaño. No te necesito. Tú a mí tampoco, pero deseo conscientemente compartir mi vida contigo. Me siento afortunado de caminar contigo por este sendero que llaman vida. Si mil vidas viviera, mil y una veces escogería andar contigo de la mano, para ir no sé muy bien dónde pero, ¿y qué más da? ¿Por qué ir a algún sitio, si eso supone dejar de andar? ¿Y qué más da el destino, si lo que importa es disfrutar de las vistas que encontremos? Vamos hasta donde lleguemos pero lleguemos donde lleguemos, que sea juntos.

A tu lado he descubierto mis miedos más terribles. He dejado atrás el lastre que me impedía volar. Descubrí que cuando las cicatrices curan, salen alas. Me has enseñado a cuestionarme, a abrazar mi oscuridad, a revolcarme en el fango sin olvidar nunca dónde está la ducha. Eres el espejo en que se reflejan mis sombras más íntimas pero también donde veo mi mejor versión, el Ser que quiero ser, la luz con la que quiero brillar.

Quiero darte las gracias por multiplicarme, por hacerme sentir tantas y tantas cosas, por compartir secretos de ésos que habitan en las cinco micras que nos separan al besarnos, confinadas en el espacio infinito de un abrazo.

Quiero darte las gracias por limar la aspereza de mi ego, por acercarme cada día a un Amor Sagrado y Santo, por regar conmigo esa semilla que hace ya tiempo plantamos y abonamos constantemente con respeto, cariño y una profunda comprensión mutua.

Quiero darte las gracias por las conversaciones a corazón abierto, sin temores anestesiantes que oculten o difuminen la verdad, por aceptarme cien por cien tal cual soy.

Quiero dar las gracias al Universo por llevar nuestros trenes al punto de partida del futuro, ése que tenemos el poder de escribir y que está en nuestras manos construir. Nuestras manos, sí. Ésas en las que pongo mi vida para compartir. Ésas en las que recibo la tuya para compartir.

Me comprometo contigo a apoyarte, a escucharte con atención, a regalarte mi pecho para que descanses tus preocupaciones y desvelos, a venerar el templo de tu cuerpo con ofrendas de amor y pasión todos los días, a hacerte reír, a llevarte la vida en bandeja para desayunar todas las mañanas.

Te amo. Me amo. Me amas. Te amas. Nos amamos.

David Roldán Martínez

Cielo estrellado

Protegido de los huracanes de la vida, descansa mi cabeza en el espacio entre el lóbulo de tu oreja y tu hombro. Cada noche, anclo mi barco en tu cala para disfrutar, bajo la luna llena de tu sonrisa y al abrigo de la calidez de tu piel, de las mil y una aventuras con las que sueño recostado en tu pecho.

Y es allí, en ese punto en el que los confines de mi mundo se convierten en el tuyo, y los del tuyo en el mío, donde al compás de las respiraciones nuestras almas pintan un cielo de estrellas bajo el silencio sonoro de dos cuerpos dormidos y abrazados.

David Roldán Martínez

Fruta

Nunca pude resistirme a romper las reglas ni a rebelarme contra los cánones, a explorar nuevos a caminos y esparcir por tu cuerpo caricias ilegales y besos clandestinos, a recorrer todos tus tentadores rincones y esconder allí, donde sólo tú y yo podremos encontrarlos, nuestros tesoros privados. Compraré un buen puñado de manzanas del árbol prohibido entonces.

Ya sé que es un tópico y que suena película pero no hay como unas fresas con cava y nata o chantilly para una velada de dos, un alto en el camino en el que parar a respirar una bocanada de aire fresco y puro, lejos de la rutina de la vida cotidiana y desde donde nuestros corazones se contemplen frente a frente y se amen al desnudo. Por cierto, también me llevo cerezas de pasión y desenfreno para después del respiro.

No hay que olvidar la suavidad y dulzura de los melocotones. El sabor de la inocencia del que se admira ante de la vida con la ilusión de un niño. Me llevo, como mínimo, una docena.

Añado a la bolsa una buena ración de plátanos y buen humor, imprescindibles para afrontar las dificultades que la vida y el destino nos deparen.

La granada, emblema solar del impulso vital, será el complemento perfecto de un zumo de naranjas de plenitud que saborearemos grano a grano con paciencia y comprensión. Acabo de pagar un par.

No pueden faltar los higos del Árbol de la Vida que nos den la paz y la prosperidad del equilibrio conseguido a base de Amor, Confianza y Respeto mutuos.

Ya solo me faltan los caquis. Dicen los sabios chinos que regulan el chi y reparten alegría. Aunque nos sobra, no hay más que mirarnos cuando estamos juntos, nunca está de más.

Me insiste nuestra frutera favorita en regalarnos mangos, recién traídos de India, donde simbolizan amor, fertilidad y buena fortuna. Fortuna es despertar a tu lado cada mañana, pero eso ya te lo conté en otro poema.

Tentación, pasión, sensualidad, deseo, amor, fortuna, paz, plenitud, alegría, ilusión…ahora ya sabes a qué me saben tus besos: ¡a vida!

David Roldán Martínez